lunes, 22 de febrero de 2010
Nine
De Otto e Mezzo, la película italiana, a Nine: la obra de Broadway. Y de la obra de Broadway a Nine: la película de Hollywood. No parece un viaje muy largo para todo lo que se ha quedado por el camino. Posiblemente, Rob Marshall se justificará diciendo que él ha adaptado la obra de teatro, pero uno tiene que ser consciente de los orígenes de su trabajo.
Parece que la película utiliza el bloqueo mental de un cineasta (F. Fellini) para plasmarla en su alter ego, Guido Contini (Daniel Day-Lewis), como excusa para dar cancha a una serie de actuaciones musicales a cuenta de no se sabe muy bien qué.
Uno se llega a divertir en determinados momentos, se puede sentir impresionado por las coreografías, pero en el fondo, no es más que teatro filmado. Pequeños paréntesis que interrumpen constantemente la historia principal (o quizá no tan principal) de la película. Mucho se ha hablado del gran elenco de actrices. Por la parte positiva, destacar la actuación de Marion Cotillard, con unas miradas que transmiten su gran sentimiento de tristeza hacia su marido. Penélope Cruz también aporta dosis de convicción, aunque en un papel quizá demasiado común en ella, escena musical aparte, que sorprende ya que sale de sus registros habituales, con el añadido de que canta en inglés. Daniel Day-Lewis refleja las dudas intensas del personaje, aunque también las del guión. Del resto, poco más. Sophia Loren y Nicole Kidman luchan por ganarse el personaje más ridículo, aunque muy cerca de ellas se encuentra Kate Hudson.
Mucho tendrá que mejorar Rob Marshall si no quiere verse obligado a dirigir obras en Brodway.
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